miércoles, 4 de mayo de 2011

Agnóstica

(Paloma me ha invitado a un desfile en Cibeles y hoy por primera vez en mi vida me he detenido a mirar trajes de novia).


Rafael Urquizar

Está la que lleva años casada y se mete cada noche en la cama con "su perfecto desconocido". El que escogió hace años y ahora tan sólo supone el por qué. Ese finalista del casting de su vida para el papel de actor principal que si encontrase el valor, la fuerza y probablemente el sustituto adecuado apartaría de sus días. Mientras tanto se ha colgado una sonrisa postiza y finge a su alrededor y a si misma que es la perfecta y feliz esposa.

La que vive con su marido en cuerpo pero no en alma. Suspira por su Plan B al que idolatra en silencio, con el que imagina una vida más turbulenta y pasional y con el que incluso a veces comparte alma y también cuerpo. Vive entre dos amores el de contrato y el de corazón.

La valiente. La que ya estuvo casada y ahora está entregada al fruto de ese ex-amor, sus hijos. Se ríe de los sentimientos y de los hombres y disfruta de los placeres carnales con una armadura lo suficientemente gruesa como para no volver a jurar amor hasta que la muerte nos separe.

La que lo acaba de dejar con el novio de toda la vida, la que acaba de salir de su jaula, deseando conocer mundo, enamorada del amor y de la noche y que sueña con encontrar ahora todo eso que nos venden en las películas. Un amor con violines de fondo, con millones de mariposas histéricas, un amor que detiene el tiempo, centra todos tus intereses en una sola boca y en un solo cuerpo. Y lo encontrará tantas veces como quiera.

La escéptica, la agnóstica, que ni ha estado casada, ni lo acaba de dejar con nadie, de relación en relación. Simplemente ha escuchado tantas derrotas, tantas batallas perdidas, tantos engaños, tantas faltas de sinceridad y tantos actos de cobardía que se ha rendido ante la evidencia. Quiere querer pero no sabe como creer que es la muerte lo que separa a las parejas. Muchas en vida ya están muertas.

Isabel Zapardiez

Y está la afortunada. La que se casó ciega de amor con su vestido de princesa y que ha aprendido a vivir con el paso de los años sin mariposas, sin complicaciones e incluso sin engaños. Que no sucumbe a ninguna tentación, ni siquiera las ve y se ciñe al actor principal de su vida, con el que lo comparte todo feliz hasta el aburrimiento y el silencio. No se hace preguntas, se siente tranquila y protegida en su rutina, en los sentimientos estables y aparentemente asegurados.

Y de vez en cuando, quizás, no lo sé, una decena de mariposas pasan por su tripa y le recuerdan porque escogió al que duerme a su lado y le recuerdan ese sentimiento que otros son incapaces de borrar de sus días y por eso viven en el engaño.




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