domingo, 13 de noviembre de 2011

De los 80 al Palace




"Only you" de Yazoo. No sé porque se ha transformado en mi banda sonora de hoy, de mañana, de pasado y de este post. Hasta que decida eliminar la opción Repeat 1 en el ipod. ¡Qué gran invento! Todavía recuerdo cuando grababa la misma canción unas cuantas veces en un cassette para no tener que rebobinarla con un boli bic.
El sábado Mónica celebraba su cumpleaños. Había que ir disfrazado de los 80. Después de un día agotador en Enfant Terrible acudí tal cual al evento. Estaban todos, Freddy Mercury, Madonna, Alaska, los pantalones pesqueros, los Levi´s sin forma, los leggings, los calentadores, el pelo cardado, las cruces, el Cinexín, Naranjito, Simón, la carta de ajuste, Snoopy, la Vespa, reunidos en un pequeño apartamento del Paseo del Prado. También había un walkman. Todavía no entiendo como hacía footing con semejante cacharro en la mano. ¡Dios mío, si con eso también ejercitas los brazos! Pero lo más divertido de todo fue cuando una amiga de Mónica me felicitó por mi precioso disfraz. La putada es que yo no iba disfrazada.
- "¡Vas siempre vestida así!
Intentó arreglarlo pero me quedó claro que de alguna manera debo de seguir anclada en el pasado.

Hoy, Domingo, Opera&Brunch. Compañía perfecta, marco incomparable: la cúpula del Hotel Palace, un exquisito brunch, música embriagadora, piano y ópera.
Y como mecidas por Nessun Dorma han desfilado las modelos vestidas con los vaporosos y delicados vestidos de Isabel Zapardiez: maravilloso y mágico Enfant Terrible.

Alfombras lustrosas, candelabros opulentos, lámparas de araña deslumbrantes, movimientos sigilosos y pausados. Y todos nos quedamos atónitos ante tanta belleza. Iban brotando poco a poco de entre las mesas y se quedaban ahí quietas y desafiantes, con esos vestidos tan frágiles. Transparencias y tejidos brocados, folios en blanco, que contrastaban con un escenario tan sumamente barroco.
Después hemos acompañado a Goyo a dejar los vestidos a la Suite Presidencial. 6.000€/noche con vistas a la Cibeles de postal. Cada rincón, cada esquina de todas las habitaciones contaba una pequeña historia digna de ser fotografiada.
Pétalos, coronas de princesa adornadas con cristales, vestigios de una noche única, tirados sobre una cama aparentemente muy acogedora.
Polvos, sombras de ojo, barras de labios, collares de perlas y botes de perfume abiertos presidían un maravilloso tocador de madera.

Ropa interior tan sugerente y lujuriosa como prohibitiva, que por su belleza no se merece ser ropa interior sino exterior.

Flores con olor a cuento que flotan en una bañera con grifos de oro. Vestidos con incrustaciones colgando de las lámparas como un cristal más, vestidos descansando sobre sofás con tapicerías imposibles.


Ahí no ocurría nada. Silencio. Pero cualquiera podía intuir la posible historia de una boda de ensueño, de una noche llena de ilusiones, de un cuento de hadas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario